Picasso en Londres
El último hijo de Saturno
por Leticia Fernández-Fontecha
“Se encuentran actualmente
abiertas tres exposiciones que por sí solas
justificarían un viaje expreso a París. El Grand
Palais, el Louvre y el Muséed? Orsay se distribuyen
la exhibición de cuatrocientas obras de la herencia
pictórica de Pablo Picasso.
Cerca de
diez años de arduos trabajos y de persuasión fueron
necesarios para lograr el préstamo de los más
prestigiosos museos del mundo. París, Londres,
Madrid, Barcelona, Nueva York, y de celosos
coleccionistas privados, y para seleccionar y
constituir garantías de seguridad para el transporte
y el
regreso de los
cuadros, sanos y salvos, a sus sitios de origen;
elaborar contratos y emitir pólizas, y, en fin,
cuidar de todos los detalles exigidos por
una meta
de tal envergadura”.
Picasso, el último hijo de
Saturno
Picasso se ha convertido en el
primer artista del siglo XX en exponer en la
National Gallery de Londres gracias a Picasso:
Challenging the Past, una muestra que abre sus
puertas y que, a través de 60 trabajos del pintor
malagueño, pretende reinterpretar la colección
permanente del museo bajo la nueva iluminación que
brinda la mirada del maestro.
"Picasso nació viejo, como
viejo era el siglo que le vio nacer. El siglo XIX
fue un siglo glotón". Así comienza el libro que
Jean Clair ha escrito recientemente sobre el
pintor malagueño, Lección de abismo. Nueve
aproximaciones a Picasso, y no encuentro mejor
manera de entrar en materia que con esta advertencia
al lector, ¡atención!, Pablo Picasso, considerado
por todos el gran artista del siglo XX, es en
realidad el último hijo de Saturno. Nacido en 1881,
pasaría los primeros veinte años de su vida
sumergido en la cultura del romanticismo. Dicen que
los primeros años de vida son aquellos que nos
determinan como persona, luego Picasso puede
considerarse más que el primer grito de la
vanguardia, el canto de cisne de una tradición
figurativa que llevaba reinando desde el helenismo.
Glotón por excelencia, su exceso de apetito acabaría
casi en canibalismo.
El último hijo de Saturno
Debemos tener siempre presente
que Pablo Picasso se formó en las más estrictas
reglas de la pintura académica desde niño, con su
padre José Ruiz Blasco, profesor en la Escuela de
Bellas Artes y director del Museo de Málaga. Rodeado
de estatuas y dibujos de la antigüedad, entabló
desde el principio un diálogo con los artistas que
él sentía aventajados, pero no puso sus ojos en
aquellos que acudían a las clases de su padre.
Velázquez, Goya y Tiziano estaban más a su altura.
¿Cómo podía medirse este niño
que casi no levantaba un palmo del suelo con los
grandes pintores del realismo español y con los
mejores artistas de todos los tiempos?
No podemos saber cómo, pero
sabemos que así era, el mismo Picasso comentaba que
a la edad de 15 años pintaba como Rafael. Pero como
el hombre se caracteriza por desear siempre lo que
no posee, y sin lugar a dudas la vida de Picasso
estuvo marcada por el deseo, la presión del genio
que nunca pintó como un niño, sino como un maestro,
le llevó pronto a desandar el camino y desaprender
lo aprendido. Camino que le llevaría toda una vida
recorrer, algo que ya vio muy pronto Apollinaire y
de lo que dejó constancia en Los pintores cubistas.
Este intento de dar la
espalda al pasado le llevaría a la más radical de
las innovaciones formales, el cubismo,
que daría paso al arte moderno. Picasso como puerta,
pero sin llegar nunca a cruzar el umbral, dos años
después de crear con Braque el cubismo, y justo
cuando la fórmula se extendía como la pólvora por
París, el malagueño se marchó a Roma para descubrir
la Grande Maniere.
Picasso, el gran caníbal
Picasso no cruzaría nunca el
umbral, amante de la pintura figurativa y de la
carne, nunca dejó de lado las formas. La abstracción
resultaba demasiado sacrificada, había que dejar el
cuerpo por el camino, y muchos otros caerían con él:
Ingres, Velázquez, Poussin, etc. Nunca pudo perder
de vista a los maestros, en realidad nunca perdió
nada de vista, los famosos ojos de Picasso, negros y
penetrantes estaban siempre esperando captar la
siguiente señal, el momento justo para coger los
pinceles y trabajar.
Roger Caillois decía de Picasso
que era el "gran liquidador", pero tiene razón Jean
Clair al afirmar que se trata más bien del "gran
recapitulador", ya que logró resumir en su obra
todo el legado "hasta convertirse en legado mismo".
El malagueño mantuvo un diálogo
continuo con la gran tradición de la pintura,
combinando a la perfección la faceta de
transgresor de las formas establecidas y la de
artista académico y brillante.
Me atrevería a calificar a
Picasso de Rey Midas de la pintura, ya que tenía
la cualidad de volver oro todo aquello que tocaba.
Cuando algo captaba su atención, lo engullía, lo
poseía y volvía a darle forma, y lograba así
volverlo más fuerte y más definitivo que antes. Pero
por mucho que rompiese en mil pedazos algo para
volver a componerlo, las piezas originales siempre
se encuentran ahí, donde estaban, puede que
desordenas, desubicadas o fuera de contexto, pero
tal como sucede con muchas pinturas cubistas,
presentes y bien a la vista.
Picasso y los maestros
Picasso juega y nos invita a
jugar, se trata casi del escondite, permitiéndonos
así encontrar a Ingres tras el Retrato de Gertrude
Estein; a Zurbarán en un Homme á la guitarre; y a
Manet y Velázquez tras miles de desnudos.
Picasso, una vez hubo aprendido
a pintar como un niño, o una vez aceptado su genio,
decidió regresar al principio, pero esta vez sin
andarse por las ramas, un eterno retorno que le
llevó entre 1954 y 1962 a la realización de una
serie de variaciones en torno a Le Déjeûner sur l'
Herbe, de Manet; las Mujeres de Argel, de Delacroix;
y Las Meninas, de Velázquez. El genio se enfrenta al
genio en una lucha sin tregua, en la que no queda
muy claro quién es el vencedor y quién el vencido.
Les invito a que juzguen por si
mismos, Londres nos brinda la oportunidad de hacerlo
gracias a Picasso: Challenging the Past.
Pasen, vean y juzguen, aunque el hecho de que la
muestra la acoja la National Gallery y no la Tate
Modern ya lo dice todo, y si esto no es suficiente,
contamos con el propio Picasso para reafirmar lo
escrito.
"Ce sont nous, les peintres,
les vrais héritiers, ceux qui continuent à peindre.
Nous sommes les héritiers de Rembrandt, Velázquez,
Cézanne, Matisse. Un peintre a toujours un père et
une mère, il ne sort pas du néant"
Fuente: hoyesarte
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